Comenzó publicando sus poesías en diversas revistas literarias y en 1936 publica su obra maestra "El rayo que no cesa", cuyos ejes centrales son la vida, la muerte y el amor. Destaca también la elegía dedicada a la muerte de su amigo Ramón Sijé, considerada una de las más conmovedoras e importantes de la lírica española.
Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de guerra en obras como "Viento del pueblo" (1937) o "El hombre acecha" (1939).
Elegía a Ramón Sijé
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a ñas desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
[...]
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
[...]
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
[...]
A las aladas almas de las rosas...
del almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)
Miguel Hernández, El rayo que no cesa